viernes, 19 de septiembre de 2014

DOCUMENTAL: Niños del Silencio

PRIMERA PARTE 
"Los trastornos del espectro autista" 
visto desde las experiencias de padres, maestros y terapeutas .

El Autismo en sí y el Síndrome de Asperger visto de las vivencias de padres, maestros y terapeutas. 
Realizado por Tomás León como trabajo de Titulación para la Maestría de Periodismo de la UDLA 2013 y con el asesoramiento de Albertina Navas y la colaboración especial de la Fundación Entra a mi Mundo








SEGUNDA PARTE
En esta segunda entrega se plantean las dudas que sienten los padres respecto al síndrome y el proceso de encontrar respuestas. Padres, expertos y maestros nos cuentan su encuentro con los Trastornos del espectro autista y nos explican de forma sencilla los conceptos y apreciaciones sobre el tema.




TERCERA PARTE
Este tercer y último segmento aborda algunos conceptos y experiencias de los terapeutas y maestros para lograr que los niños logren comunicarse con el mundo que los rodea, que logre puentes con ese particular mundo de los niños con Autismo o Asperger.


DOCUMENTAL: 21 DIAS CON PERSONAS DEPENDIENTES


Samanta Villar convive durante 21 días con personas dependientes. Seremos testigos, día tras día, de los múltiples problemas a los que tienen que enfrentarse ellos y sus familias. De igual forma veremos con qué fuerza son capaces de superar sus baches esbozando una sonrisa. Entrega, lucha, superación… Samanta Villar convivirá con personas dependientes durante 21 días para mostrarnos cómo viven, cómo se enfrentan a su enfermedad y cómo superan día a día sus problemas con una sonrisa. Todos ellos constituyen un modelo de superación para el resto, el ejemplo más claro de que con muy poco se puede hacer mucho, verdaderos héroes con nombre y apellidos que nos muestran esta otra cara de la Ley de la Dependencia. Así serán los próximos 21 días, 21 días con personas dependientes. Para ello, Samanta estará 21 días en la casa de Sonia (40 años), Marco (16 años) y Marta. 

Marco, un joven aquejado de la enfermedad de Ducchene Sonia es una absoluta heroína de la vida. Está separada y trata de que, por encima de todo, su hijo Marco sea feliz y disfrute del momento. Marco padece la enfermedad de Ducchene, una enfermedad degenerativa que conlleva una pérdida progresiva de la masa muscular. Marco es un chico inteligente, responsable, divertido y totalmente lúcido. Evita por todos los medios que nadie le compadezca y siempre pone como ejemplo a su madre, la única que puede llegar a entenderle, la única que sabe cómo ayudarle porque le hace reír… Samanta entra en la casa temiendo hacerse cargo de Marco. Está preocupada por la habilidad y delicadeza que conlleva, pero poco a poco, y con la ayuda de éste, se atreverá a bañarle, vestirle, limpiarle y trasladarlo a la silla o a la cama. 

A lo largo de estos 21 días Samanta seguirá la lucha de Sonia, su madre, con la Ley de Dependencia. Una épica historia de amor: el Alzehimer no les podrá separar Samanta toma conciencia de una épica historia de amor. Un viejo matrimonio. Él ha abandonado su trabajo y su “vida” para cuidar a Tere, que padece Alzheimer. A pesar de que ella no le reconoce, ni habla, él nos confiesa que no se siente solo… tiene la suerte de lo que les queda: estar. Ana Cristina y Ángel… dos jóvenes que necesitan cuidado constante También están Ana Cristina y sus padres. Ana Cristina es un bebé de veintitantos… Padeció anoxia perinatal (falta de oxígeno en el parto) y sus padres dedican todas sus horas a su pequeña… Ahora sólo piden un centro de día donde su hija esté estimulada y atendida por profesionales… Ángel es un joven con un 100% de minusvalía, nula movilidad y que necesita una máquina de oxígeno para respirar. Desde siempre ha vivido con sus padres: él albañil y ella al cuidado de él y de sus hermano. Han solicitado tres veces la ayuda que concede la Ley de Dependencia, pero nunca han obtenido una respuesta efectiva..



21 días con personas dependientes

miércoles, 17 de septiembre de 2014

“En 2025, la mitad de los niños serán autistas por el glifosato”

El de la doctora Stephanie Seneff es uno de los nombres más polémicos de la ciencia estadounidense, especialmente después que denunciase que losalimentos genéticamente modificados (OGM) han disparado el número de enfermedades crónicas, así como las alergias alimentarias y otras dolencias como la diabetes, el alzhéimer, el párkinson, la esclerosis múltiple o el síndrome de colon irritable, entre muchos otros. Los últimos trabajos de esta científica del MIT ponen su foco en el autismo, una enfermedad cada vez más frecuente y de la que, sin embargo, aún disponemos de poca información.
Según la presentación que realizó el pasado mes de junio, el glifosato, componente principal del herbicida Roundup, es el principal causante de que estas enfermedades se hayan disparado de forma tan rápida, así como la intolerancia al gluten. El problema es que dicho herbicida es producido por Monsanto, el mayor fabricante mundial de semillas transgénicas y una de las multinacionales más poderosas del mundo, que ha defendido la seguridad de su producto en su propia página web. Muchos no han tardado en desacreditar la teoría de Seneff, como ocurre con la veterana periodista de nutrición Tamar Haspel en las páginas de The Huffington Post. En dicho artículo, la autora recuerda que no se trata más que pura especulación, no refrendada por ningún dato y, además, desvela que Seneff está especializada en ciencia computacional e ingeniería eléctrica, y que su interés por la alimentación es reciente.
Sea como sea, lo que es innegable es que la prevalencia del autismo ha aumentado sensiblemente durante las últimas décadas, y aún no hemos sido capaces de llegar a un consenso sobre la misma. Actualmente, alrededor deuno de cada 175 niños de todo el mundo nace con este trastorno, aunque varía en cada país. En Estados Unidos, la prevalencia se encuentra actualmente en el 1,5%, mientras que en 1975, tan sólo uno de cada 5.000 niños tenía autismo, según los datos publicados por K. Wintraub en un artículo publicado en Nature. Seneff utiliza este cuadro para trazar su previsión y asegurar que, si el crecimiento sigue estable, para el año 2025 la mitad de los niños podría sufrir autismo. "Al ritmo actual, uno de cada dos niños será autista", anunció en la conferencia celebrada en Groton, Massachusetts.





Uno de los principales problemas con el autismo es que, en la mayor parte de casos, sus causas son desconocidas. Como explicaba dicho artículo de Wintraub, en un 46% es imposible explicar el origen del trastorno, aunque aduce otras razones por las que se haya disparado el número de diagnósticos. Es el caso de que algunos de los que simplemente habrían sido considerados como víctimas de retraso mental ahora se clasifican como autistas (25%) o aquellos que encajan en la descripción por un mayor conocimiento de la enfermedad (15%). No existe un consenso sobre los orígenes de la enfermedad, que se atribuyen tanto a causas genéticas (los hermanos mellizos suelen desarrollar de igual manera la enfermedad) o alteraciones neurológicas.
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Más preocupante aún resulta que el autismo se deba a agentes ambientales, como la exposición a determinadas sustancias durante el embarazo, algo se encontrarían en sintonía con la tesis defendida por Seneff. Esta presenta una correlación casi perfecta entre el aumento de la utilización de glifosatos y la prevalencia del autismo aunque, como de costumbre, la correlación no tiene por qué significar causalidad. Según la teoría de la científica del MIT, el glifosato inhibe las encimas CYP (citopromo p450), activas en muchos procesos metabólicos, y daña la ruta del ácido skihímico, que sin embargo sólo es llevado a cabo por bacterias, plantas, algas y hongos, pero no por animales, algo que sus detractores o la propia Monsanto han planteado como una importante inconsistencia. Seneff aclara, a tal respecto, que la bacteria estomacal sí realiza dicho proceso, y que es necesaria para proveernos con aminoácidos esenciales.



Otra dificultad con la que se encuentran dichas investigaciones es que no han podido demostrar la correlación entre el compuesto y su supuesto efecto pernicioso entre hombres. Pero Seneff recuerda que este efecto es acumulativo, y que es imposible que se refleje en estudios a corto plazo, como los que se han realizado hasta el momento. Tan sólo una investigación a largo término podría demostrar dicha vinculación. El estudio publicado en la revista Entropy y realizado junto a Anthony Sampel fue calificado como “falaz”por un artículo en The Examiner, que recordaba que este no había aportado ninguna información, sino que se había limitado a revistar otros estudios previos, algunos de los cuales habían sido desacreditados, como aquel en el que Gilles-Eric Sérallini aseguraba que las comidas genéticamente modificadas provocaban la aparición de tumores en ratas.
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El glifosato, explican los investigadores, puede encontrarse en la orina y en la sangre de las embarazadas. En Estados Unidos, estos niveles son 10 veces superiores a los de Europa. Y algunos de los biomarcadores del autismo como el mal funcionamiento de la bacteria estomacal, la deficiencia en metionina, el desorden mitocondrial o el síndrome de deficiencia de la aromatasa pueden ser producto de una única causa, el tan peligroso glifosato. En una entrevista con Alternet, Seneff aclaraba que en Sri Lanka o El Salvador, muchos trabajadores del campo morían jóvenes de problemas renales causados por el glifosato, lo que ha provocado su prohibición en dichos países. La única solución, para Seneff, es esa: prohibir por completo la utilización del glifosato en agricultura.
Como cada vez que aparece una disputa semejante, es complicado saber quién tiene razón y quién no, y sobre todo, hasta qué punto. Ni siquiera un experto en química y nutrición podría asegurar la falsedad o verosimilitud de dichas investigaciones sin dedicarse, por su cuenta, a investigarlo, y ni aun así llegaría a una conclusión definitiva. Además, siempre quedará la sospecha de la influencia que grandes corporaciones ejercen no sólo sobre diversos científicos a nivel individual, sino también cómo esto condiciona a la comunidad científica en general. Mientras tanto, el número de autistas, probablemente, seguirá creciendo. 
Noticias de Alma, Corazón, Vida  http://bit.ly/1r0vpiX

Neurocientíficos identifican el papel de un gen en la aparición del lenguaje humano


Una mutación del FoxP2 exclusiva de nuestra especie habría potenciado la capacidad de conceptualización, necesaria para el habla


¿Por qué el ser humano tiene la capacidad de hablar? Esta pregunta sigue sin respuesta. Sin embargo, la genética comienza a arrojar algunas claves. Un nuevo estudio sobre el conocido como el ‘gen del lenguaje’ –el gen FoxP2-, ha revelado que este impulsa la capacidad cerebral de conceptualizar y, por tanto, pudo resultar esencial en la aparición de nuestra exclusiva forma de comunicarnos. Por Yaiza Martínez.


Yaiza Martínez
Escritora, periodista, y Directora de Tendencias21.






Imagen: chrisharvey. Fuente: PhotoXpress.
Imagen: chrisharvey. Fuente: PhotoXpress.

El misterio de la aparición de la capacidad humana de desarrollar lenguaje sigue, a día de hoy, sin ser desvelado. Pero la genética está dando algunas claves. 

En 2009, científicos del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva en Leipzig realizaron un experimento que tuvo resultados sorprendentes. Liderados por el director del proyecto Genoma Neandertal de dicho Instituto, Svante Pääbo, implantaron en ratones una mutación humana de un gen que, desde los años 90 del siglo XX, se ha vinculado al lenguaje –el FoxP2-

Esta mutación del gen FoxP2 (que se calcula apareció hace más de medio millón de años en nuestra especie) solo la tienen hoy día los humanos, pero también estaba presente en los extintos Neandertales, de los que comienza a pensarse que, como nosotros, podían hablar

Tras la transformación genética de los ratones llevada a cabo por los científicos del Max Planck, se detectó en ellos un cambio: sus vocalizaciones pasaron a ser más parecidas a las de los llantos de los bebés humanos, afirmaron entonces los científicos alemanes en la revista Newscientist

Asimismo, según publicaron en Cell, se constató que los ratones transgénicos presentaban dendritas –esas extensiones delgadas de las neuronas que estas utilizan para comunicarse unas con otras- en el cuerpo estriado, que es una parte del cerebro implicada en la formación de hábitos. Los animales genéticamente modificados también fueron mejores que ratones corrientes en la formación de nuevas sinapsis o conexiones neuronales. 

El FoxP2 y la capacidad de formar “conceptos” 

Una nueva investigación redunda en este último descubrimiento del estudio de 2009; y vuelve a incidir en la importancia de la mutación humana del FoxP2 para la aparición del habla. 

Este otro estudio se ha llevado a cabo en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), de Estados Unidos, pero en él han participado también científicos de diversas universidades europeas, entre ellos Wolfgang Enard, profesor de antropología y genética humana de la Universidad Ludwig-Maximilians de Alemania, que formó parte de la investigación de 2009; e incluso el propio Pääbo. 

Se llevó a cabo con ratones transgénicos, cuyos organismos fueron preparados para expresar el FoxP2 humanizado. Estos animales aprendieron mucho más rápidamente que otros ratones, corrientes, a recorrer un laberinto. A partir de este hecho, los investigadores deducen que la versión humana del gen FoxP2 hace que resulte más fácil transformar nuevas experiencias en un hábito, lo que implica "conceptualizar". 

Según explican en un comunicado del MIT, esta facilidad adquirida señala que la mutación genética del FoxP2 habría ayudado a los individuos de nuestra especie con un componente clave del aprendizaje de los idiomas: la transformación de experiencias -tales como escuchar la palabra "cristal" cuando se nos muestra un vaso de agua- en una asociación casi automática entre palabras y objetos. Este tipo de conceptualización es lo que hace posible que entendamos y hablemos cualquier lengua.

Ratones transgénicos con aprendizaje acelerado 

Más concretamente, lo que aprendieron con mayor rapidez los ratones transgénicos que los ratones corrientes fue a recorrer un laberinto con un cruce con forma de T, en el que debían decidir si girar a la izquierda o a la derecha, basándose en la textura del suelo del laberinto, para alcanzar una recompensa en forma de comida. 

La primera fase de este tipo de aprendizaje requiere del uso de lo que se conoce como memoria declarativa o explicita, que hace referencia a todos aquellos recuerdos que pueden ser evocados de forma consciente, como hechos o eventos específicos (en este caso, los ratones recordarían la textura del suelo, por ejemplo). 

Pasado el tiempo, estas señales de memoria explicita se incrustan como hábitos, y quedan codificadas en el cerebro merced a la llamada memoria procedimental, que es un sistema ejecutivo que guía la actividad y que suele funcionar a un nivel inconsciente. 

Este segundo tipo de memoria nos permite realizar tareas de rutina, como conducir cada día hasta el trabajo sin tener que pensar la ruta o pegar un golpe de derecha jugando al tenis, tras dar cientos de golpes de práctica. 

En otra prueba realizada con los ratones en un laberinto en cruz, los científicos pudieron probar también la habilidad de los animales con cada uno de estos tipos de memoria por separado, así como la interacción entre ambos tipos. 

Descubrieron que los ratones con el FoxP2 humanizado rendían igual que los ratones normales cuando tenían que usar un solo tipo de memoria, pero eran superiores cuando la tarea a aprender requería que convirtieran sus memorias declarativas en rutinas habituales. Por tanto, el hallazgo clave fue que la mutación humana del gen FoxP2 hacía más sencillo convertir acciones conscientes en comportamientos rutinarios. 

Cambios en el cerebro que propiciaron el lenguaje 

A nivel cerebral, los investigadores constataron que el FoxP2 humanizado activó en los ratones transgénicos genes implicados en la regulación de las conexiones sinápticas entre neuronas. También se registró en el cerebro de estos animales una mayor actividad de la dopamina, en una parte del cuerpo estriado implicada en la formación de hábitos. 

Por último, las neuronas de algunas regiones del cuerpo estriado de los ratones genéticamente manipulados permanecieron apagadas durante períodos más largos, como respuesta a una activación prolongada. Se sabe que este fenómeno neuronal, conocido como depresión a largo plazo (DLP), potencia el procesamiento de información nueva por parte del cerebro. 

En conjunto, todos estos cambios habrían ayudado a "sintonizar" el cerebro humano para su adaptación al habla y a la adquisición del lenguaje, señalan los investigadores. Ahora estudian cómo el FoxP2 habría interactuado con otros genes para producir efectos en el aprendizaje y el lenguaje. 

Cómo se descubrió el FoxP2 

El gen FoxP2, que expresa una proteína del mismo nombre, y su vínculo con el lenguaje se detectó cuando se halló una copia mutada de dicho gen en una familia británica con antecedentes de trastornos lingüísticos graves. 

Los miembros de esta familia con esa mutación genética presentaban problemas para hablar y entender el lenguaje. Wolfgang Enard y su equipo comenzaron entonces a estudiar dicho gen y su relación con el habla humana. 

Hoy día, se sabe que el FoxP2 se expresa en varias zonas del cerebro durante la embriogénesis, aunque no está claro si la activación del gen se produce en la fase embrionaria o si eso ocurre en el momento en que se empieza a aprender a hablar. 

Sus niveles más altos aparecen en el córtex, sobre todo en estructuras subcorticales de la base del cerebro (muy próximas al cuerpo calloso): núcleos basales, tálamo y cerebelo. Además, está presente en la embriogénesis de otros órganos humanos: pulmones, intestino y corazón. 

La proteína FoxP2 también ayuda 

Otro grupo de investigadores, en este caso de la Universidad Johns Hopkins y otros centros de EEUU, han constatado, por otra parte, que la proteína FoxP2 (expresada por el gen del que hablamos) también desempeña un papel fundamental en el desarrollo de las conexiones neuronales vinculadas con el lenguaje; al igual que otra proteína conocida como SRPX2

En un experimento realizado en 2013, los científicos insertaron ambas proteínas en ratones, y observaron el desarrollo de sus conexiones neuronales. 

Se comprobó que la densidad de la sinapsis de estas células nerviosas había aumentado en el área del cerebro relacionada con el lenguaje. Los resultados de este otro estudio aparecieron publicados en Science ese mismo año.
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Fuente: http://www.tendencias21.net/

martes, 16 de septiembre de 2014

NUEVAS TECNOLOGÍAS PARA TRABAJAR CON NIÑOS CON TRASTORNO DEL ESPECTRO AUTISTA

NUEVAS TECNOLOGÍAS PARA TRABAJAR CON NIÑOS CON TRASTORNO DEL ESPECTRO AUTISTA

Hoy en día podemos trabajar con los niños con Trastorno del Espectro Autista con muchos instrumentos atractivos. Contamos con un gran número de herramientas interactivas que hacen que el trabajo diario sea más llamativo.
Los ordenadores, video juegos, tablets, teléfonos, etc., son útiles para trabajar con los niños con autismo. Si damos un buen uso a estas herramientas podemos quitarle el prejuicio de que aíslan a los niños, y beneficiarnos de ellas para sacarle el lado positivo.
Como sabemos, la mayoría de los niños con autismo son pensadores visuales, procesan mejor la información de manera visual que auditiva. Las herramientas interactivas nos ofrecen una estimulación multisensorial, sobre todo visual, lo que hace que sean muy llamativas para estos niños y que aprendan rápido y fácil a manejarlas.
Para anticipar y trabajar con niños con autismo usamos muchas imágenes. Existen muchos programas que nos facilitan pictogramas e imágenes como Board Maker o Picto Selector, donde podemos seleccionar los pictogramas que necesitamos, formar secuencias, imprimirlos, etc. También podemos encontrar muchas imágenes en páginas webs, e incluso secuencias de pictogramas para anticipar a los niños con TEA las vacaciones, excursiones, visitas, agendas, …Por suerte disponemos de una gran cantidad de materiales para ayudar a los niños y a las familias con Trastorno de Espectro Autista.
Una de las cosas que hace que los niños con autismo se sientan atraídos por la tecnología es el factor de predictibilidad de estas. La mayoría de objetos electrónicos son predecibles, no hay sorpresas, no hay cambio en el proceso, siempre que pinchas en un sitio pasa lo mismo. Esto hace que aprendan a manejarlos muy fácilmente, ya que procesan la información de manera muy similar, se apoyan mucho en imágenes y es muy atractivo para ellos.
Hace no muchos años sólo podíamos trabajar buscando imágenes, imprimiéndolas, plastificándolas y poniéndoles  velcro, pero actualmente tenemos mil y una forma de trabajar. Podemos encontrar en el ordenador o las tablets juegos, imágenes, conceptos, etcétera, para trabajar opuestos, emociones, preposiciones, vocabulario, número, colores, conceptos básicos,…trabajando a la vez funciones ejecutivas, atención, memoria, independencia, …
Existen materiales y una gran cantidad de recursos en las páginas webs para trabajar diferentes áreas de desarrollo, para diferentes edades, con juegos educativos, intercambiar materiales con profesionales y padres de niños con autismo, comentar nuestras dudas, nuestras vivencias, trabajar habilidades sociales,….todo ello de una manera divertida, fácil, llamativa, y motivante.
Debemos aprender a usar las herramientas de las que disponemos para sacarle el mayor partido posible. Hacer que desaparezcan los miedos y prejuicios, y aprender, leer, buscar, investigar y beneficiarnos de las nuevas tecnologías.
Hay muchos blogs de padres con niños con Trastorno del Espectro Autista, donde comparten sus experiencias, sus vivencias y materiales de elaboración casera útiles para trabajar con los niños. Aquí nos podemos sentir comprendidos, identificados, participar en foros, comprender la importancia de la familia en el tratamiento, aprender de ellos y con ellos.
Quienes disponemos de estas tecnologías debemos aprovechar su riqueza didáctica y pedagógica. Debemos aprovechar estos recursos de manera positiva y sentirnos afortunados de disponer de estas herramientas, pero siempre seleccionando adecuadamente la información que obtenemos.
El reto debe ser investigar cada día las primicias y poder usar los materiales de los que disponemos.
A continuación os dejamos algunas sugerencias de blogs,  juegos, software, programas y muchas cosas más que os pueden servir de ayuda.
Blogs:
http://hastalalunaidayvuelta.blogspot.com.es/
Juegos:

Software:

En Facebook:

I-pad:

Programas para pictogramas:

Otros:

Fuente: http://www.espiralsantacruz.com/

"El autismo será eliminado"


Joaquín Fuentes, psiquiatra infantil, destaca los avances en la investigación sobre la enfermedad y confía en que pueda ser erradicada en unas décadas




"El autismo es un problema mucho más difícil de lo que cualquiera esperaba"


La neurocientífica Rebecca Saxe descubrió e investiga la región del cerebro destinada a la cognición social

La capacidad de distinguir lo que piensan y sienten los demás es clave para la interacción social y una parte fundamental de la experiencia humana. Así que no resulta sorprendente que el cerebro humano dedique muchos recursos a lo que se denomina cognición social. Pero hace poco que la neurociencia ha empezado a poder distinguir qué regiones del cerebro y qué procesos se dedican a pensar en los demás.
Comprender cómo el percibe, interpreta y toma decisiones el cerebro sobre otras personas podría ayudar a hacer avanzar tratamientos e intervenciones para el autismo y otros desórdenes en los que las interacciones sociales no funcionan. También podría ayudarnos a construir ordenadores con una mayor inteligencia social. Por ahora la inteligencia artificial ha tenido dificultades para programar ordenadores capaces de hacer las valoraciones sociales que a nosotros nos resultan sencillas, como interpretar expresiones faciales ambiguas o decidir si lo que dice alguien se puede interpretar como ira o como tristeza.
Hace más de una década la neurocientífica Rebecca Saxe descubrió una región del cerebro que desarrolla una "teoría de la mente", una idea de lo que los demás piensan y sienten. Hace poco se ha convertido en investigadora del Centro de Mentes, Cerebros y Máquinas del MIT y se ha dedicado a estudiar el autismo y la cognición social en niños y adultos. Saxe y la redactora de MIT Technology Review Courtney Humphries han debatido sobre las implicaciones de estas nuevas investigaciones sobre el cerebro social.
¿La cognición social sólo se da en humanos?
Tenemos todos los motivos para creer que, al menos en cierto sentido, somos especialmente buenos en este tipo de pensamiento. Los humanos son, con mucho, la especie más social, más aún que los insectos. Incluso esta interacción que estamos teniendo, en la que dos extrañas se reúnen y, sin una razón concreta, actúan de forma cooperativa durante una hora es algo impensable si no es entre humanos. Si lo hicieran dos hormigas, sería porque son hermanas. Nuestras extraordinarias vidas sociales y nuestras tremendamente complejas capacidades cognitivas se combinan para hacer que la cognición social humana sea diferente.
¿Cómo se estudia eso en el cerebro?
No es nada invasivo, ni ingeniería genética, ni optogenética, nada de eso. Nos limitamos a lo que se denominan tecnologías de neuroimágenes no invasivas, la más conocida es la resonancia magnética funcional, que usa el flujo sanguíneo como índice de la actividad neuronal.
Así que se puede ver qué zonas del cerebro están activas cuando la gente piensa en otras personas. ¿Fue una sorpresa encontrar zonas del cerebro dedicadas a la cognición social?
En cierto sentido ya se había predicho unos 15 ó 20 años antes, cuando la gente se dio cuenta de que a los niños con autismo se les daba exageradamente mal este campo. Pero por lo demás era completamente desconocido. Creo que en cierto sentido ha sido el descubrimiento reciente más importante en el campo de la neurociencia cognitiva. Todas las demás regiones, la visual, la sensorial, la del control motor, predijimos que estarían. Pero el cerebro social no se predijo en absoluto, simplemente surgió. Eso fue una locura.
En los últimos 10 años hemos intentado refinar nuestra interpretación de la información que contienen esas regiones cerebrales, cómo interactúan unas con otras, cómo se desarrollan y si esas regiones cerebrales tienen algo que ver o no con el autismo.
¿Estas regiones no funcionan bien en las personas con autismo?
Esa fue la hipótesis original que perseguimos. Puede que la que la gente con autismo esté intentando resolver problemas sociales con la maquinaria que los demás usaríamos para otros problemas, en vez de tener la maquinaria adecuada. Pero no existen pruebas de que esto sea así. Es una pena porque me gustaba la idea. El autismo ha resultado ser un problema mucho, mucho más difícil en todos los niveles de análisis de lo que cualquiera esperaba. Hace diez años la gente pensaba que podríamos descifrar el autismo a niveles cognitivos, neurológicos y genéticos. Ahora parece que podría haber miles de variaciones genéticas del autismo.
¿En qué puede contribuir tu trabajo a crear ordenadores con mejores capacidades sociales?
Para mí, la característica que define a la cognición social humana es la misma que hace que sea difícil la inteligencia artificial tradicional, la generatividad. Podemos reconocer y pensar y razonar una serie literalmente infinita de situaciones y objetivos. Pero tenemos una maquinaria muy concreta y limitada. ¿Cuáles son los ingredientes adecuados? Si sabemos cuáles son, entonces podemos intentar entender cómo las combinaciones de esos ingredientes generan una capacidad humana inmensamente productiva e infinitamente generalizable.
¿A qué te refieres cuando hablas de "ingredientes"?
Digamos que te cuentan algo sobre una amiga. Te cuentan que la llamó su jefe y que creía que por fin iban a darle el ascenso que esperaba. Pero resulta que lo que pasó es que la despidieron. Digamos que al día siguiente la ves venir por la calle y está sonriendo de oreja a oreja. Probablemente no sea lo que esperabas, ¿no?
Coges eso y te montas todo un mundo interior. Puede que sea una sonrisa falsa y que esté poniendo buena cara. Puede que se sienta aliviada porque ahora puede trasladarse al otro extremo del continente y vivir con su novio. Tienes que averiguar: ¿Cuáles son sus objetivos? ¿Qué quería? ¿Qué le hizo cambiar de opinión? Hay toda clase de características de esa historia que pudiste extraer del momento. Si un ordenador pudiera extraer todas esas características, mejoraríamos su capacidad para analizar sentimientos. Ahora mismo en el campo de la inteligencia artificial están muy centrados en intentar coger el lenguaje natural que usa la gente y averiguar: ¿Les ha gustado eso o no? ¿Les ha gustado ese restaurante o no? Ahora llévalo al nivel de distinguir en el lenguaje cuando te sientes decepcionado, solo o aterrado. Esos son el tipo de problemas que queremos resolver.
¿Cómo pueden aprender a hacer eso los ordenadores?
Hay que traducir esas palabras en cosas más abstractas, objetivos, deseos, planes. Mi compañero Josh Tenenbaum y yo llevamos años trabajando simplemente para construir una representación matemática de lo que significa pensar en que alguien tiene un plan o un objetivo para que este modelo sirva para predecir juicios humanos sobre el objetivo de la persona en un contexto muy sencillo. ¿Qué necesitas saber sobre un objetivo? Intentamos construir modelos que describan ese conocimiento.
Eso es muy distinto a hacer que un ordenador analiza millones de ejemplos para encontrar un patrón.
Exacto. No estamos hablando de big data, sino de describir la estructura del conocimiento. Siempre se han visto como opuestos: quienes quieren mayores series de datos y quienes quieren las estructuras de conocimiento adecuadas. Mi impresión es que ahora mismo hay mucho más terreno intermedio. Lo que antes se consideraban tradiciones opuestas en el mundo de la inteligencia artificial, ahora deberían verse como complementarias, en las que intentas averiguar representaciones probabilísticas y aprender de los datos.
Pero la perspectiva de replicar la cognición social en un ordenador parece muy lejana, ¿no? Aún no comprendemos cómo lo hace el cerebro.
Es bastante probable que no lo comprendamos mientras yo viva, y eso está bien, porque significa que tengo mucho trabajo por hacer. Mientras, hago cualquier cosa que parezca que vaya a dar lugar a un poco de progreso instrumental hacia ese objetivo mayor.

Fuente: http://www.technologyreview.es